En un lugar muy lejano vivía una hermosa princesa que se
llamaba Blancanieves. Vivía en un castillo con su madrastra, una mujer muy mala
y vanidosa, que lo único que quería era ser la mujer más hermosa del reino.
Todos los días preguntaba a su espejo mágico quién era la más bella del reino,
al que el espejo contestaba:
- Tú eres la más hermosa de todas las mujeres, reina mía.
El tiempo fue pasando hasta que un día el espejo mágico
contestó que la más bella del reino era Blancanieves. La reina, llena de furia
y de rabia, ordenó a un cazador que llevase a Blancanieves al bosque y que la
matara. Y como prueba traería su corazón en un cofre. El cazador llevó a
Blancanieves al bosque pero cuando allí llegaron él sintió lástima de la joven
y le aconsejó que se marchara para muy lejos del castillo, llevando en el cofre
el corazón de un jabalí.
Blancanieves, al verse sola, sintió mucho miedo porque tuvo
que pasar la noche andando por la oscuridad del bosque. Al amanecer, descubrió
una preciosa casita. Entró sin pensarlo dos veces. Los muebles y objetos de la
casita eran pequeñísimos. Había siete platitos en la mesa, siete vasitos, y siete
camitas en la alcoba, dónde Blancanieves, después de juntarlas, se acostó
quedando profundamente dormida durante todo el día.
Al atardecer, llegaron los dueños de la casa. Eran siete
enanitos que trabajaban en unas minas. Se quedaron admirados al descubrir a
Blancanieves. Ella les contó toda su triste historia y los enanitos la
abrazaron y suplicaron a la niña que se quedase con ellos. Blancanieves aceptó
y se quedó a vivir con ellos. Eran felices.
Mientras tanto, en el castillo, la reina se puso otra vez
muy furiosa al descubrir, a través de su espejo mágico, que Blancanieves
todavía vivía y que aún era la más bella del reino. Furiosa y vengativa, la
cruel madrastra se disfrazó de una inocente viejecita y partió hacia la casita
del bosque. Allí, cuando Blancanieves estaba sola, la malvada se acercó y
haciéndose pasar por buena ofreció a la niña una manzana envenenada. Cuando
Blancanieves dio el primer bocado, cayó desmayada, para felicidad de la reina
mala.
Por la tarde, cuando los enanitos volvieron del trabajo,
encontraron a Blancanieves tendida en el suelo, pálida y quieta, y creyeron que
estaba muerta. Tristes, los enanitos construyeron una urna de cristal para que
todos los animalitos del bosque pudiesen despedirse de Blancanieves.
Unos días después, apareció por allí un príncipe a lomos de
un caballo. Y nada más contemplar a Blancanieves, quedó prendado de ella. Al
despedirse besándola en la mejilla, Blancanieves volvió a la vida, pues el beso
de amor que le había dado el príncipe rompió el hechizo de la malvada reina.
Blancanieves se casó con el príncipe y expulsaron a la cruel
reina del palacio, y desde entonces todos pudieron vivir felices.
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